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Criticas de Arte

Amparo de Flórez Montero de Espinosa

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Amparo de Flórez

“Encinares de mi Extremadura”

Del 3 al 31 de marzo de 2022

Inauguración: jueves 3 de marzo de 18.30 a 21.00

Visitas en un entorno seguro

Para finales del siglo XIX un grupo de artistas heterogéneo dará un vuelco a lo que hasta el momento se llamaba pintura. En un mundo que aceleraba su crecimiento mediante la industrialización, estrechaba sus fronteras con el tren, y maravillaba al público con avances científicos como la fotografía; una nueva generación de pintores se preparaba para dejar a un lado las viejas normas y valores defendidos por la Academia. Se sentían encorsetados, incomprendidos y, sobre todo, llenos de un irreprimible deseo por la experimentación. De esta manera, despuntarán los llamados Impresionistas, cambiando la forma de representación tradicional siempre atada al anhelo de reproducir con infinito virtuosismo la realidad, una realidad acentuada por la idealización y el ilusionismo. Ante esto, los impresionistas se erigieron como defensores de la libertad creativa, saliendo de sus talleres a pintar au plein air, asumiendo la autonomía del color frente al tema, dislocando la construcción del espacio y creando el velo atmosférico tan característico de sus vaporosas composiciones. Una nueva forma de mirar lo impregna todo y el arte se convertirá en reflejo de la personalidad del artista. 

En la pincelada ligera de Amparo de Flórez se evidencia este mismo interés por la observación, la investigación y la expresión íntima de la realidad. Rodeada de naturaleza desde su niñez -como indica la propia artista- le apasiona representarla con los pinceles y óleos. Su mirada se centra en encuadres en los que la naturaleza se muestra desbordante, con infinitos horizontes en los que despuntan hermosas encinas o frondosos arbustos de lilas en una esquina del jardín. Su mirada no pierde detalle, las horas, las estaciones, el paso del tiempo y la meteorología se convierten en actores principales de sus obras, generando atmósferas palpables que nos trasladan al instante. Al sonido de las cigarras y los lagartos sobre el manto seco de hierba en un caluroso agosto en la dehesa, el frescor que se despierta al amanecer cuando un curioso efecto óptico engaña a la vista transformando en azul el agrietado y oscuro tronco de las encinas o el salto de las abejas sobre las hermosas lilas en primavera. Todo está allí, como un perfecto concierto sinestésico, en el que el color despierta el sonido y a su vez el olor, y en contrapunto perfecto, nuestro tacto se enciende. 

La pintura cobra vida, se despereza de esa asociación estricta con la realidad y aumenta sus capacidades sensoriales, simbólicas, al igual que ocurrió con las composiciones impresionistas. De la misma manera, la pintura se convierte en un espejo de la propia autora, refleja el amor por su tierra, su fascinación por el color y su conocimiento, y el deseo por aprehender cada instante, cada atmósfera, cada sensación sobre el lienzo o una antigua puerta de madera. Por lo que podemos observar en esta muestra, Amparo de Flórez logra resolver y transmitir de una manera muy acertada todas estas cuestiones.  


Izaskun Monfort. Crítica y comisaria de arte independiente.

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By the end of the 19th century a group of artists, diverse in character,would shake up what, until then, was called painting. 
In an accelerating world growing through industrialisation, its borders narrowing due to the train, and the public dazzled with scientific advances such as photography; a new generation of artists prepared to set aside old norms and values defended by the Academy.They felt constrained, misunderstood, and, above all, filled with an irrespressible desire to experiment.

In this way, the so-called Impressionists, by changing the form of traditional representation, associated with the idea of reproducing reality with immense virtuosity, created a reality accentuated by idealism and illusion.

In the light of this, the Impressionists stood as defenders of creative freedom, leaving their studios to paint in the open air, assuming the autonomy of colour versus theme, disrupting the contruction of space and creating the atmospheric veil characteristic of their abstracted compositions. A new way of looking permeates everything and art becomes a reflection of the artist’s personality.

In the light brushstroke of Amparo de Flórez, this same interest in observation, investigation, and intimate expression of reality is evident. Surrounded by nature since childhood- as shown by the artist herself- she is passionate about representing it with brushes and oils.

Her gaze is focused in frames in which nature is shown full to the brim, with infinite horizons where beautiful holm oaks or leafy, lilac bushes sprout in a corner of the garden. Her gaze doesn’t miss detail; the hours, the seasons, the passing of time, and the weather turning into the principal actors of her works, generating palpable moods that convey us there instantly.

The sound of cicadas and the lizards on the dry surface of grass on a hot August day in the meadow. The coolness as dawn breaks when a curious optical illusion deceives the eye, transforming into blue the cracked and dark trunk of the oaks, or the jumping bees on the beautiful lilacs in spring.

Everything is there, like a perfect kinesthetic concert in which the colour awakes the sound and, in turn, the smell and in perfect counterpart, our touch is turned on. The painting comes to life. It wakes up from that strict association with reality and increases your sensory capabilities, symbolically, just like Impressionist compositions.

Likewise, the painting becomes a mirror of the artist herself, reflecting the love for her land, her fascination with colour and her knowledge, with the desire to grasp every moment, every mood, every sensation on the canvas or an old wooden door.
So we can see in this exhibition, Amparo de Flórez manages to solve and, convey in a very successful way, all these issues.

Izaskun Montfort. Critic and curator of independent art.

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